Intento reprimirlo pero se abre camino, inevitable.
Sube, me rasga, me sacude, me dispara.
Y el escozor me hace sentir viva. Cuanto más alto, más bajo.
Y busco mi centro de gravedad, suspenderme en mi equilibrio.
Olvidarlo, olvidarte, olvidarme.
Serenarme, morir y renacer, en cada sacudida tuya.
En cada sacudida mía.
Pero el freno de mano no funciona
y el grito recalentado desgarra mis paredes,
resurge rompiendo mi espacio.
Todo se nubla, todo se separa,
y abre mis entrañas, rompiendo mi salida de emergencia.
E intento pararlo y no puedo.
Y lo escondo y lo hundo;
pero se abre camino avanzando por la mentira,
atravesando mi esencia, intentando apagarla.
Rompiendo y llenando mi ser.